miércoles, 19 de noviembre de 2008

Ulster

Mientras que al señor De Juana le molestan los jueces en su retiro norirlandes la política norirlandesa sigue su camino. Hace años que calló la lucha de las pistolas, pero los políticos siguen fajándose centímetro a centímetro. Los protagonistas son el Sinn Feinn y el Partido Democrático Unionista (UDP). Ahora han llegado a un nuevo acuerdo en el terreno judicial y policial.

No me quiero centrar en la materialidad del acuerdo cuyo detalle se me escapa. Pero está claro que allí todo el mundo es consciente de la pluralidad de la sociedad norirlandesa y de la necesidad de atemperar las propias apetencias para poder tener en cuenta al otro.

Nada de esto hubiera sido posible si el IRA no hubiese decidido abandonar las armas. Y esto lo hicieron solamente cuando quedó claro que el IRA no tenía nada que hacer. Aquí ETA tampoco tiene nada que hacer, sin embargo algunos no lo ven. Las guerras no acaban cuando el ejercito enemigo es vencido, sino cuando la mente del general enemigo es derrotada. Aquí tenemos un caso claro de eso. El ejercito como tal ha sido derrotado. Pero, al tiempo, gentes al parecer impermeables a un análisis de la realidad, como han demostrado serlo tanto "el turista irlandés" y el último jefe de ETA detenido, se niegan a admitirlo. Esta situación de ejércitos técnicamente derrotados, pero donde sus generales se niegan a admitirlo "llegando a morir heroicamente" son tal vez los casos históricos en que la proporción entre dolor y resultados es más desfavorable.

Si partimos de que el problema es conquistar la "mente de sus generales" y no hay nada mejor que la palabra para convencer, parecería que tienen la razón quienes afirman que el camino del diálogo es el único posible. Hablar está muy bien y siempre habrá que hacerlo, pero solamente la percepción clara de que "no tienen nada que hacer" les puede hacer cambiar de parecer. Y en este camino, la acción policial, siempre que sea precisa, contundente y respetuosa con los derechos humanos, es un gran coadyuvante al aterrizaje realista. Por el contrario todo lo que les haga creer que cuanto más destrucción originen, más pueden conseguir en un eventual diálogo, los refuerza en su locura más que debilitarlos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo creo que la calve no es escoger entre policía o diálogo sino establecer unos principios firmes para el diálogo, como hicieron en Irlanda con la definición de los Principios Mitchell, vease, usar únicamente medios democráticos y exclusivamente pacíficos para resolver asuntos políticos, desarme de las organizaciones armadas, renunciar al uso de la fuerza o a la amenaza de las armas para influir en el resultado de diálogo político, someterse a la decisión acordada en la mesa multipartita y urgir a que cesaran todas las expresiones de violencia callejera obligándose a ejecutar las acciones que fueran precisas para evitarlas. Unos principios así dejarían claro a ETA que dialogar no es negociar con ellos ni otorgar concesiones políticas a cambio de la paz. Esto es, en mi opinión, la diferencia entre un diálogo militar y uno democrático, donde la única legitimidad para llegar a acuerdos la tienen las fuerzas políticas y el conjunto de la sociedad.

Thooby dijo...

Paul, yo creo que esos principios que señalas han funcionado en la pasada tregua y el resultado no fue el que tu supones.

Cuando ETA percibió que lo que se hablaba podía afectar en alguna medida a sus intereses, ya sabemos lo que hizo.

El orden de los factores altera el producto y solamente cuando ETA sienta que su producto, su violencia, no vale nada, porque no le van a dar nada político por su cese, podrá empezar un diálogo político con quienes apoyan a ETA.

Anónimo dijo...

Los princios sólo funcionaron en apariencia pero no en la realidad. Cuando el diálogo político se llevó en secreto y con la participación limitada de determinadas fuerzas políticas se trasladó un mensaje implícito a ETA de que podía influir en el proceso. Los principales actores políticos pensaron que era posible llegar a un acuerdo y luego montar una mesa de partidos oficial en la que, más o menos, dar la impresión de una negociación política pública pero que en el fondo no era más que la teatralización de un acuerdo ya alcanzado.
En mi opinión, la mesa oficial se tenía que haber oficializado mucho antes para mantener una negociación discreta. En ese caso, hubiese sido mucho más difícil para ETA romper el proceso, así como tratar de influenciarlo de manera directa.

Thooby dijo...

Bueno creo que estamos de acuerdo en una cosa. ETA no tiene que tener la impresión de que puede influir y condicionar el diálogo político. El asunto es ver que hacer para que ETA tenga esa impresión.

Tu dices que el problema fue que el diálogo fue demasiado discreto (secreto no fue pues continuamente se filtraban cosas).

Mira, creer que Txeroki no hubiese ordenado el atentado de Barajas si la mesa "hubiese sido oficial", creo que equivale a creer en los ángeles. Rompieron la tregua porque no les gustaba lo que se iba hablando y podían hacerlo porque los "representantes" de la izquierda abertzale no tenían ni autonomía (algunos eran directamente de ETA) ni, muy probablemente, tampoco tenían el coraje o la convicción suficiente para oponerse.

Me da que cada vez que oyen la palabra diálogo piensan que pueden sacar algo.