viernes, 7 de noviembre de 2008

Maite Rodriguez Aguado ha muerto

Es la segunda vez este mes que utilizo el blog como obituario. Desgraciadamente soy lo suficientemente mayor como para que se me mueran continuamente seres queridos. Es el precio que debo pagar por querer a demasiada gente.

Maite era un auténtico terremoto. Sus defectos, como puede pasar con mucha gente, eran también sus virtudes. A mi me tocó estar en los dos bandos. La aprecié y la sufrí. Maite, cuando creía algo, peleaba sin descanso. Si veía que alguien en su entorno sufría, iba sin mayor análisis a apoyarle. Era todo corazón. Al tiempo era muy celosa de su individualidad e intimidad. No soportaba que decidiesen por ella. Esto lo llevó hasta las últimas consecuencias en su propia enfermedad.

Maite
, no puedo olvidar mis peleas contigo. La verdad es que muchas veces teníamos criterios encontrados. Pero yo sabía que me podía fiar de ti. Esto me parece interesante a veces me he encontrado gente con la que estaba de acuerdo, pero que sin embargo dudaría de ella, si ese acuerdo fuera a degenerar en desacuerdo. Con Maite los terrenos siempre eran claros.

El hermano de Maite nos pasa un recordatorio que dice:
Se nos fue en silencio como las almas nobles
Los que te quisimos en vida te guardamos en el corazón

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