lunes, 13 de octubre de 2008

El compromiso vasco con los derechos humanos

Se celebra en estos días el 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos humanos. El Gobierno Vasco no ha perdido ocasión. Ha impulsado un texto elaborado por el Centro por la Paz Baketik, presidido por Jonan Fernandez. El manifiesto, con el habitual estilo melifluo que caracterizó los escritos de Elkarri, fue presentado por el Lehendakari Ibarretxe en Arantzazu con la presencia de Rigoberta Menchú y un delegado del Alto Comisionado de las Naciones Unidas. Este manifiesto, que es un apoyo a otro manifiesto, solo tendría sentido si fuera un análisis de la situación de derechos humanos aquí y ahora, porque para repetir frases generales ya está la propia Declaración Universal de Derechos Humanos. Pero ¿Alguien puede hablar aquí y ahora, de derechos humanos sin nombrar explícitamente a ETA? El documento lo consigue. Probablemente si se nombrase a ETA, sería menos "unitario". Pero ¿"unitario", con quién? Alguien que no quiere nombrar, por su nombre, a ETA ¿Es un defensor de los derechos humanos? ¿Pueden aceptar las victimas de ETA que no se nombre a su verdugo?

No es que el documento no sea claro en su expresión del derecho a la vida
La vida es el derecho humano supremo en el que asienta el disfrute de todos los demás. Sin éste el resto carece de sentido. Ni una causa política o ideológica, ni la razón de Estado legitiman su vulneración. Nadie es quién para quitar la vida de otro semejante. Nos comprometemos a proteger el derecho a la vida en nuestro pueblo y en el mundo, por delante de cualquier otra consideración.
Yo desde luego suscribo ese párrafo que vale para Guatemala, el Tibet y Timor y cualquier otro lugar. Pero, se trata de algo hecho por vascos aquí y ahora y el párrafo dispara por elevación y no es adecuado. Es verdad que hemos tenido asesinatos justificados e impulsados por la razón de Estado. El GAL y otras siglas han sido ejemplo de ello. Pero eso acabó hace 20 años, seguramente con un final poco ejemplar, pero acabó. ¡Qué más hubieramos querido que ETA hubiese acabado también hace 20 años!

Un párrafo que dice "Ni una causa política o ideológica, ni la razón de Estado" ¿no está equiparando cosas que acabaron hace 20 años con algo que desgraciadamente todavia sigue? ¿Y el miedo de nombrar a la bicha, ETA? "Se les ha despistado". No, no. Cualquiera que ha visto la elaboración de un manifiesto como éste, sabe que no se da puntada sin hilo y que las frases están muy pensadas.

Bueno, el acto de presentación se ha celebrado. Las invitaciones las mandó Azkarraga, ese consejero de Justicia tan educado con las victimas (no las invitó) y que desconoce eso de la separación de poderes. Para presidir el acto estuvo nuestro lehendakari que insistió, según la prensa, en el mismo ejercicio de simetria.
En su discurso, el lehendakari dijo que "está bien que reclamemos que todas las personas, también las personas detenidas, incluso las encarceladas por haber cometido terribles delitos tienen derechos humanos", pero advirtió de que "no podemos mirar hacia otro lado cuando en esta sociedad se producen crímenes horrendos como los que seguimos viendo por parte de ETA". "No a una visión parcial de los derechos humanos", proclamó. (Noticias de Gipuzkoa)

Y dentro de esa no visión parcial el Lehendakari introdujo lo que, él considera, es la vulneración más importante de derechos que se produce hoy día: la prohibición de la consulta, comparándola nada menos que con la guerra de Irak.
"¿Qué fue sino la soberbia lo que nos llevó a la guerra de Irak y a la confrontación de culturas, lo que nos lleva en Europa a tratar a los emigrantes como al ganado, qué fue sino la soberbia lo que posibilitó que el Gobierno español y varios partidos, como PP y PSOE, nos dijeran que no quieren que demos nuestra opinión el 25 de octubre?" (Noticias de Gipuzkoa)
El acto contaba con la presencia de la devaluada premio Nobel Rigoberta Menchú. Y digo devaluada, porque la que había sido una lider respetada, no le quedan muchos partidarios en su país. Fue candidata
en las elecciones presidenciales de Guatemala con una alianza poco clara. El resultado fue terminante: un 3% de los votos. Pero es que a Ibarretxe le encanta recibir a gentes que tengan nombre, pinten lo que pinten.

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