Eva era mi amiga y también la de mucha gente. Siempre la vi como una chiquilla joven, pues siempre tuvo algo así como 20 años menos que yo. Así que envejecíamos, pero siempre la miré como una chavala. Mordaz, descarada, cariñosa, diva, vital, marchosa, sexy, protestona, peleona con sus desgracias, caprichosa a veces, superviviente, salsera, siempre viviendo en algún alambre.
Mientras escribo esto, me acuerdo y me acuerdo. Miro en Internet para encontrar sus resonancias. La veo como txupinera de Bizizaleak, de ecologista antinuclear, de jefa de turno en Txomin Barullo o en el EMK Zirkus. La veo en sus talleres de escritura para mujeres, la veo en algún concurso de poesía, inaugurando bares, en los toros o en la presentación de un libro sobre el abril de los claveles portugués.
Quiero no quitármela de la memoria, para poder seguir disfrutando de su recuerdo. Creo que lo conseguiré, pues Eva es inolvidable.
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