jueves, 21 de agosto de 2008

¿Teatrillo?

Las redundantes declaraciones del Lehendakari tienen un aspecto sorprendente, su insistencia en el autismo. Oyéndole hablar con la seguridad que habla, me hacen casi dudar si estaré equivocado. ¿Será cierto que la consulta, como gusta definirla el tripartito, se aprobó por "mayoría absoluta" como dice Juanjo? Cuento los votos y habiendo votado a favor uno solo de EHAK (vaya supervoto por cierto), me sale precisamente que EHAK le dio la mayoría simple. Pero le negó y explícitamente, la mayoría absoluta. A no ser que Ibarretxe cuente como suyos los votos in pectore de las parlamentarias de EHAK.
Pero el Lehendakari insiste también en otra cosa. No tiene un plan B porque
"no contempla una respuesta del alto tribunal que no sea la de autorizar la consulta"
 y la razón por lo que piensa esto es porque no hay argumentos "ni jurídicos ni políticos" para oponerse. Sólo ve uno, que a Zapatero no le da la gana.

Esto resulta más curioso cuando resulta que sus compañeros de partido y tripartito no ocultan su convicción de que la consulta no va a ser autorizada. Nos queda otra incognita ¿a quién hará caso Juanjo? ¿a EA?¿al PNV?

1 comentario:

Belosticalle dijo...

Dejando por el momento la cuestión de la mayoría absoluta, relativa o simple, centrémonos en el nudo de la cuestión.

Supongamos que por una vez la Justicia española se enmienda y reconoce al lendacari el derecho elemental de procurar la felicidad de su pueblo, aunque sea haciéndole las preguntas más absurdas. Supongamos, digo, que el Alto Tribunal entiende que el consejero Azkarraga tiene razón cuando denuncia anoxia democrática. Que los jueces, viendo que se les viene encima Europa y parte de Asia, con la ONU y la OTAN detrás, se dicen: 'Al loco y al aire, abrirle calle'. Supongamos que la lógica se impone, y el pueblo vuelve la espalda a un Zapatero que sin base alguna desafía él solo a todo un Parlamento.

Supuesto eso, ya no hará falta desobediencia civil ni nada. Ibarretxe hará su consulta sin ejercer violencia alguna, en la fecha prevista.

Una vez ahí, supongamos que la respuesta popular es favorable (mejor dicho, las respuestas, porque recordemos que las preguntas son dos).

Hasta aquí me limito a expresar lo que Juanjo lleva debajo de la boina.

Ahora bien: la Historia conoce dos tipos de líderes aventureros (sin término medio): los fracasados o perdedores y los afortunados. Supongamos ahora que el hombre de Llodio resulta ser del signo de los ganadores. En tal caso, la misma Historia le saludará en vida como el auténtico fundador del Estado Vasco. Todos los que se burlaron de él quedarán corridos; Los que se le opusieron morderán el polvo.

Esto es lo que el Lenda toca ya con su dedo índice, como el Dios de Miguel Ángel tocó al soñoliento Adán. No va a ser tan loco que desista precisamente ahora.

Este razonamiento viene avalado por un argumento irrefutable: tentar a la suerte, a Juan José no le cuesta prácticamente nada. Él mismo lo ha expresado con su campechanía invencible: "Si pierdo, me vuelvo a Llodio con mi Begochu." Es como avisarnos: "Ahí os quedáis otros 100 añitos, y que ETA os saque las castañas del nogal."

Pero si a él la aventura le sale casi gratis, sus adversarios políticos se lo juegan todo. Este sería el único reparo moral que poner a la ruleta vasca de Ibarretxe: viene cargada. ¿Y qué? Esto no son los juegos olímpicos, es la guerra, con sus estratagemas y su 'vae victis'.