El zapatazo de Muntader al-Zaidi ha dado vuelta al mundo. Hizo una acción ilegal en ese Iraq que, aun siendo dirigido por gentes que en muchos casos se consideran a sí mismos como demócratas , es un régimen bastante poco democrático. Una acción ilegal pero dificilmente reprochable desde el punto de vista ético.
Pero ha habido más zapatos en nuestra historia reciente. Hace poco más de un mes la presidenta de Chile, inaugurando un estadio de fútbol, lanzó el puntapié de inicio. Su zapato salió detrás de la pelota, en lo que los periodistas pasaron a denominar el "zapato volador" de Bachelet.
También tenemos precedentes por aquí. En el año 1993, en el Parlamento Galego, Xose Manuel Beiras, irritado en la discusión de la reforma de un reglamento, que subía el listón del 3% al 5% para obtener representación, golpeó el escaño con el zapato en un gesto que dio la vuelta al mundo. A partir de entonces, no creo que fuera por el zapato, comenzó el avance electoral de los nacionalistas gallegos.
Pero Beiras era un dejà-vu. En realidad Nikita Khrushchev , máximo dirigente de la Unión Soviética en los años 60 ya lo había hecho antes. Era el 12 de Octubre de 1960 cuando se celebraba una reunión plenaria de la ONU que hablaba de la descolonización y el derecho de autodeterminación. Estaba hablando el jefe de la delegación filipina Lorenzo Sumulong que se refirió a que, este derecho de autodeterminación también se debería aplicar a los países bajo dominación soviética. Nikita estalló en cólera. Al parecer se había descalzado para estar más cómodo y ni corto ni perezoso agarró su zapato y lo plantó en su escaño mientras vociferaba.
Era la guerra fría y los zapatos de Khrushchev eran la expresión de zafiedad y peligro que encerraba la postura soviética. Su zapatazo era totalmente en serio. En Mayo de 1962 decidía instalar 36 misiles de alcance intermedio en Cuba lo que fue el inicio de la llamada crisis de los misiles. El zapato de Khrushchev tenía detrás unas cuantas armas nucleares.
El zapato de Muntader al-Zaidi tiene un sentido diferente ha sido la contestación de quien tiene como arma símbolos, frente a quien tiene todo el poder. La representación de la pedrada de David frente a Goliath. Es el mismo zapato que le lanzaron a la estatua de Sadam Hussein cuando sus fuerzas fueron derrotadas.
Bush acaba su periodo, se va, Pero se va de rositas. Su actuación ha provocado miles de muertes y nadie le va a castigar por ello. Ha reconocido públicamente que se equivocó, pero no se siente culpable de las consecuencias de sus equivocaciones. No se puede decir que esté arrepentido. El único castigo que ha recibido ha sido el zapatazo. Tal vez dentro de unos años él lo recuerde como una anécdota que contará con su gracia tejana. Pero estoy seguro que para muchos irakís lo recordaran como el día que Bush sintió la voz de Irak.
Por cierto a Muntader al-Zaidi no le ha salido gratis su acción. Unas cuantas costillas rotas, su ojo dañado y además sigue detenido. Espero que la presión internacional obligue a ponerle en libertad.
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