En los años 90 una gente con ilusión del PNV se comprometió hasta las cachas para lanzar el museo Guggenheim. En innovación la democracia funciona para difundir el conocimiento, pero no lo hace para tomar las decisiones. No nos olvidemos que la innovación se produce siempre en contra de lo establecido. El proyecto Guggenheim fue adelante por la decisión de sus principales impulsores Juan Luis Laskurain entonces Diputado de Hacienda y Finanzas de Bizkaia y Joseba Arregi Consejero de Cultura del Gobierno Vasco. Sus primeros pasos los dieron con cierta discreción. Cuando se hizo público desató un gran rechazo en parte de los medios de izquierda. Recuerdo por ejemplo a un asesor actual de la Consejera de Cultura que escribía artículos en El Mundo con títulos tan incendiarios como "Guggenheim, radiografia de un despropósito", "Guggenheim, un proyecto inviable" o "Guggenheim, ¿inversion `estrategica?'". Se decía que "era poco vasco", "que no servía a los intereses populares", etc ... Pero bueno al final el Guggenheim se hizo y se produjo una derrota del pensamiento políticamente correcto. Independientemente de las críticas que pueda corresponder a su gestión ha resultado ser una inversión totalmente rentable, tanto en lo económico, en imagen, en aumento de la autoestima de la población bilbaína, en aumento de la cultura artística de la población, etc..
Eran otros tiempos. Era un tiempo donde quedaba todavía parte de la energía desatada en la transición y donde aunque no había un discurso oficial de innovación, si había gente que hacía innovación (muchas de las empresas que hoy se presentan como innovadoras las empezaron a desarrollar en aquella época). Había gobierno de coalición con el PSE lo que hacía más dificil la prepotencia.
Hoy el Guggenheim tiene problemas y no porque el museo tenga malas exposiciones o haya disminuído el número de personas que lo visita. Los problemas son de corrupción y de mala gestión. Eso es otra cosa. La gente que participó en la creación del museo ha desaparecido de la política. Lo cierto es que Joseba Arregi circula en otras sintonías, Laskurain está refugiado en la Cámara de Comercio y el puesto del amigo Ardanza está ocupado por Ibarretxe el innovador.
En los últimos el PNV ha tenido algunos tropiezos con comportamientos inadecuados, sobre todo en territorio Egibar. Gente que no pagaba impuestos y otra que se los quedaba. Ahora están los escándalos de los museos y en particular el del Guggenheim y de Balenciaga.
Pero centrémonos en el Guggenheim. Por una parte hay un señor que directamente se gastaba el dinero de Guggenheim. Otro el jefe, que no se molestaba en controlar a sus subordinados y que autorizaba operaciones financieras estrambóticas y ruinosas. Además la consejera responsable de todo el asunto que se empeñaba en quitarle importancia. La cuestión es que se formó una comisión de investigación en el Parlamento para estudiar el tema Guggenheim. La comisión ya tiene una propuesta de dictamen que incluye la reprobación de la Consejera con el posible apoyo (a la reprobación) de su socio EA.
La alarma ha sonado y por ejemplo el Diputado general de Bizkaia Sr. Bilbao decía el otro día que, con la aprobación del dictamen, el PSE y el PP "piensan que le dan una bofetada al PNV, pero se la dan a toda la sociedad vasca". Nuevamente aparece La General Motors comparada con el PNV. La constante de considerar que los intereses del país son equivalentes a los del PNV es un mantra que se repite continuamente en los últimos tiempos. Ya han estado tanto tiempo en el poder, algunas consejerías como la de cultura nunca han cambiado de manos, que confunden lo que es de las instituciones y lo que es del partido. Es un síndrome conocido, se origina cundo el mismo partido controla el poder durante decenas de años. El caso más paradigmatico fue el PRI mexicano. Seguramente lo del PNV no es comparable con lo del PRI, entre otras cosas porque la sociedad mexicana es muy diferente de la vasca, pero hay que reconocer que, sobre todo ultimamente, el PNV está apuntando maneras. Lo último que se habla es que incluso el Lehendakari podría adelantar las elecciones con tal de que no se celebre el pleno donde se trate sobre el dictamen de la comisión de investigación. Así se podría evitar que la Consejera de Cultura sea reprobada.
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