A mi esto de los reyes me pone bastante de los nervios. Sin embargo tengo que reconocer que si recorro la historia encuentro reyes que, vistos desde la perspectiva de los años, realizaron su "trabajo" aceptablemente y también tengo en mente gobernantes elegidos democráticamente que han resultado ser un desastre total. Pero cierto es, que si muchos de esos reyes hicieron su "trabajo" aceptablemente, no tenían delante ciudadanos, sino meramente súbditos. Las monarquías constitucionales acaban con esto y les dejan con poderes muy limitados.
Por cierto que también hay que considerar que existen repúblicas que se comportan como monarquías de las de antes. Que decir de Cuba donde un hermano hereda a otro o Corea del Norte donde el hijo heredó al padre. Esto por citar algún ejemplo
Pero dividir a los regímenes entre monárquicos y republicanos no resulta muy ilustrativo. Suecia goza de un régimen monárquico democrático envidiable. Al tiempo podemos ver Niger o Burkina Faso que, con un régimen republicano, ocupan de los últimos lugares en los índices de desarrollo humano. Sin embargo, a pesar de todo¿tiene sentido reivindicar un régimen republicano?
El diputado Joan Tardá después de haber manifestado un exabrupto dice ahora que quiere que Juan Carlos acabe "en el paro, en las listas del INEM". Aparte de que el rey ya no podría, por edad, formar parte de la lista de parados es dudoso que este sea uno de los problemas importantes que tenemos.
Pero a pesar de todo esto a mi me sigue irritando. La figura del Rey es un símbolo viviente de la desigualdad y en particular de la desigualdad de oportunidades. La figura del Rey es la glorificación del braguetazo como medio de ascenso social. Cuando veo por ejemplo a las hijas de los príncipes y resulta que esas niñas tienen trazada ya su vida, salvo eventualidades obvias. Ya se sabe que la mayor va a ser la reina. Veo algo así como un injerto de sociedad medieval (hay otros) incrustado en la nuestra. Yo creo que ese sentimiento cada vez lo va a tener más gente. La monarquía como el resto de instituciones cuyo poder venía de Dios mantenían su autoridad basados en la distancia y en un aura de misterio. Los monárquicos saben que eso de casarse con presentadoras de televisión debilita esa imagen de estar encima del bien y del mal.
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