domingo, 7 de septiembre de 2008

Checks and balances

La separación de poderes y la institucionalidad son una de las bases fundamentales del Estado Democrático. El necesario sistema de controles y contrapesos entre los diversos poderes del Estado se suele denominar con la expresión, en inglés, de checks and balances. Con ello se quiere enfatizar la idea de que las instituciones se controlan unas a otras y que si una de ellas se vuelve loca, están las otras para al menos mitigar los daños.

El concepto de separación de poderes siempre ha sido un concepto difícil para los marxistas. Desde la perspectiva marxista todos los poderes del Estado suelen representar los mismos intereses de clase. Por ello si un juez emite una sentencia se deberá a que el gobierno le habrá mandado que la haga, etc.. Es cierto que el concepto de separación de poderes es un concepto imperfecto, pero esto no nos debe de extrañar. La democracia consiste en un montón de instituciones y prácticas imperfectas que combinadas y contrabalanceadas logran muchas veces un resultado relativamente razonable.

Este poso del marxismo, como corriente simplificadora de la realidad, sigue subsistiendo en muchos análisis de la izquierda. Está por supuesto detrás de esa expresión: ¡Qué ETA negocie con ESTADO! Es una expresión que solo tiene sentido si se niega la existencia de la separación de poderes.

La cosa es aun peor si se observa la actitud de gobernantes que provienen de la izquierda marxista histórica. En muchos casos solo han cogido de la democracia el aspecto electoral de ésta. En las elecciones hay votos y se cuentan. Esta fase no suele estar exenta de problemas tampoco, pero al menos se sabe que lo de los votos hay que hacer. Sin embargo en muchos países, acabado lo de los votos, se acabaron los controles. Lo de la institucionalidad carece de importancia. Los votos de los congresistas se pueden ir comprando y no digamos los jueces.

Un ejemplo claro es lo que está pasando en Nicaragua. La pareja presidencial Daniel Ortega y Rosario Murillo, perdida toda referencia moral con la ética humanista que estaba detrás de algunos comportamientos revolucionarios, está saltándose todas las barreras. Lo último es el ataque que han protagonizado contra Ernesto Cardenal, sacerdote que fue en su día ministro de Cultura del gobierno revolucionario sandinista. En resumen Ernesto Cardenal se atrevió a criticar al presidente Ortega en Paraguay durante la toma de posesión de su presidente. Al de pocos días de llegar a Nicaragua se encontró con que un juez, casualmente sin cumplir los procedimientos establecidos, revocaba una sentencia de hace tres años que le había sido favorable y que además se planteaba como de imposible recurso, debido a una ley somocista. Para quien quiera saber los detalles, le dejo algunos enlaces del Blog de Sergio Ramirez

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