Así señala que
En efecto, el ciudadano no percibe directa e inmediatamente las consecuencias de sus decisiones políticas directas por una sencilla razón: porque nadie le puede exigir responsabilidad alguna por sus errores. Al político profesional al que se elige para tomar decisiones en el Gobierno se le pasa cuenta periódica de sus errores; en cada elección se puede revocar su mandato y sustituirle por otro, y la conciencia de esa posibilidad le obliga a ser responsable, lo quiera o no.Ruiz Soroa recuerda esta cita de Tucídides
Al pueblo que decide directamente en la plaza pública o en referéndum nadie le puede revocar, pues es el soberano sin competidor posible. Si se equivoca, no lo percibirá sino en el largo plazo; si es que lo percibe, pues siempre existirán turbas de políticos aduladores que le digan lo que quiere oír: «¡Qué sabio y justo eres, oh pueblo!»
Si pudierais ser castigados por vuestras malas decisiones, tal como castigáis a vuestros generales o magistrados cuando lo hacen mal, con seguridad decidiríais mejorAsí todo el mundo puede apoyar los mejores deseos
Cualquiera está de acuerdo en querer un mundo más justo, más feliz, más solidario. El problema, no pequeño desde luego, es cómo adoptar medidas eficaces para conseguirlo.Y ¡Cómo no! el artículo finaliza con una referencia a la consulta del Lehendakari
¿Quiere usted que desaparezca ETA, que todos seamos buenos, que tengamos derecho a decidir el futuro, que el mundo vasco sea fraternal? Cómo no, desde luego. Siempre que no me pasen la factura por los platos rotos, claro está.
En cierto modo la reflexión de Ruiz Soroa completa la de mi amigo Javi Lozano
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