La institución del secreto del voto es fundamental para garantizar la democracia. ¿Cómo sería la cosa si no pudiéramos mantener el secreto de nuestro voto. Durante la dictadura de Somoza en Nicaragua había elecciones y en general necesitaban hacer trampas para asegurar la victoria del Somoza de turno. Simplemente no había secreto de voto. No solo no había cabinas de votación, el sistema era más fácil, había tantas urnas como candidatos a votar y tantas colas como urnas.
Durante estos últimos años declarar públicamente el sentido del voto propio, en algunas zonas del País Vasco, era un ejercicio de sinceridad que tenía un precio muy alto. Todavía lo tiene a veces. Pero las cosas han cambiado.
Pero hay situaciones en la vida en la que desvelar el voto puede no ser conveniente. Si uno es comerciante se pueden perder clientes. Si uno es periodista jamás resultará creíble que se sea independiente. Si uno vive de las subvenciones, puede que tenga problemas con los gobiernos que no votó. También se pueden tener problemas con la cuadrilla o con los amigos si se dejó de compartir ideas políticas.,
Soy jubilado y tengo mi vida asegurada. Y si mis amigos se enfadan porque no compartimos ideas políticas será su problema, así que me siento con libertad para que mi voto no sea secreto.
En Estados Unidos, el país donde la democracia lleva más tiempo funcionando de manera ininterrumpida, a la gente no le importa hacer público el sentido de su voto, con pegatinas en sus coches o con pequeños carteles en las entradas de sus casas. Creo que esa opción tiene ventajas. Permite que cada ciudadano haga propaganda con sus ideas y que exista la posibilidad de dialogar entre ciudadanos. Así que me siento en condiciones de revelar el sentido de mi voto.
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