No resisto la tentación de reproducir unas notas del parlamentario socialista vasco Mikel Unzalu sobre el asunto Epsilon Euskadi. Quizás sea este asunto el que expresa de mejor manera los criterios de manejo de dineros públicas relacionados con la ayuda a empresas. En él se mezclan desde el influjo de la ideología nacionalista, que imaginó los circuitos de Formula 1 llenos de ikurriñas, traccionando sobre una sofisticada industria automovilística vasca, hasta la frivolidad en el análisis de riesgos. Todo ello, como siempre, satisfaciendo a la red clientelar propia. ¡Qué lejos está de la auto percepción que tiene el PNV de su gestión eficaz en favor del pueblo vasco.
He aquí el escrito de Mikel Unzalu
Los aires de grandeza de los gobiernos que presidió Ibarretxe no se quedaron, exclusivamente, en el aspecto político, que estuvo dominado por la exaltación soberanista y la división de la sociedad vasca. A pesar de los esfuerzos de los nacionalistas por tratar de vender una “gestión” impecable y eficaz día a día se está demostrando que esa “gestión” se basaba en dos pilares: favorecer a empresas amigas, cuando no directamente a ellos mismos, y gastar el dinero público sin criterio alguno de rentabilidad social.
EPSILON es un claro ejemplo de cómo disponía el PNV de los recursos de todos los ciudadanos y ciudadanas. Un proyecto con claros tintes de megalomanía que iba a incorporar a Euskadi en el circuito de la Fórmula 1, que iba a impulsar hasta cimas insospechadas el desarrollo de la industria automovilística en Euskadi, que se iba a convertir en un polo de atracción de investigación y desarrollo, que generaría cientos de puestos de trabajo, que por todo ello mereció el apoyo incondicional del Gobierno nacionalista.
Este proyecto empresarial particular captó recursos públicos desmesurados en relación con el riesgo privado aportado, pero, además, el PNV impulsó o, puso en marcha directamente, una serie de empresas relacionadas como Denokim, Afypaida, Hiriko y Arakamendi, que se vieron, también, altamente favorecidas por ayudas del anterior gobierno vasco y la diputación alavesa. Hicieron lo que mejor saben hacer: crear redes clientelares controladas desde Sabin Etxea. Solo a EPSILON se destinaron, entre subvenciones y avales, más de 46 millones de € mientras que la aportación privada era de 92.000 €.
El actual gobierno socialista ha detectado, por una parte la insostenibilidad absoluta del proyecto industrial y por otra graves irregularidades en los procesos de adjudicación de subvenciones y en la concesión de avales.
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EPSILON definido por la anterior responsable de Industria en el gobierno vasco, la señora Agirre, como un proyecto empresarial “singular y estratégico” no necesitó de plan de viabilidad alguno para recibir todo el apoyo institucional. Hoy esa empresa lleva más de dos años sin facturar un solo euro y acumula unas pérdidas de 7 millones de euros. A pesar de ello poco antes de las elecciones autonómicas, con la empresa en una situación económica más que delicada, el presidente del Parque Tecnológico de Álava suscribió, en nombre de la entidad y comunicando a posteriori al Consejo de Administración, contratos con Caja Vital, Kutxa y Epsilon mediante uno de los cuales cedía sus derechos prioritarios sobre la ejecución de la hipoteca a las cajas de ahorro y por el otro se comprometía a acudir a la subasta de los bienes de Epsilon en el caso de que las cajas ejecutaran sus hipotecas. Esto puede significar un desembolso de entre 14,6 y 22,5 millones de € en caso de que las cajas ejecuten las hipotecas (la Vital ya ha iniciado el proceso ejecutivo), que supone un 54% de los recursos propios del Parque. Estos compromisos se adquieren sin haber solicitado los informes jurídicos preceptivos y sin haber notificado la operación a la Unión europea, a pesar de que existen documentos en los que asesores externos del anterior gobierno vasco apercibían a la propia consejera de entonces señora Agirre de esta necesidad y de la más que dudosa legalidad de la operación.
Podríamos seguir hablando de este asunto, pero pienso que, por el momento, es suficiente para que nos hagamos una idea de en qué manos han estado nuestros dineros durante tantos años y de la absoluta falta de transparencia y rigor en la gestión de los gobiernos nacionalistas.
Hasta aquí lo que dice Mikel Unzalu: 46 millones de euros que volaron y que no servirán para crear puestos de trabajo
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