martes, 13 de septiembre de 2011

Abriendo el melón constitucional

No es la primera vez que se modifica la Constitución de 1978. También se modificó en 1992. Fue una mejora mínima motivada por la firma del Tratado de Maastrich, que preveía la posibilidad de derechos de sufragio para los ciudadanos comunitarios en sus lugares de residencia, sin importar nacionalidad. En la Constitución Española no figuraba la posibilidad del derecho de sufragio pasivo para extranjeros y eso es lo que añadió la reforma constitucional.

No tuvo gran publicidad, de hecho su aprobación coincidió con la celebración de la cumbre latinoamericana, Fidel Castro incluído. Ni siquiera, el entonces ministro de asuntos exteriores, Javier Solana, pudo asistir pues estaba implicado en en la recepción de los presidentes latinoamericanos. Había miedo de abrir el melón constitucional y se presentó como un cambio técnico, que apenas tuvo relevancia en los periódicos.

Sin embargo fue una reforma constitucional con todas las de la ley. Esto se decía en la exposición de motivos:
Cualesquiera que sean las legítimas diferencias que separen a las fuerzas políticas parlamentarias, que representan al pueblo español en las Cortes Generales, los proponentes entienden deseable respetar el principio de consenso que presidió la elaboración constitucional y que ha sido pauta permanente en las decisiones parlamentarias relativas a la incorporación de España a la Comunidad Europea y a su posición en el seno de ella. En una ocasión como la presente, en la que se unen la decisión constitucional y la decisión europea, parece muy aconsejable subrayar ese principio de consenso político. Porque la sencillez formal de la reforma que se aborda no debe ocultar que se trata de una genuina reforma constitucional que implica una decisión de amplias consecuencias para el espíritu de la Unidad Europea.
Así que para nada se disminuyó el consenso constitucional. La votación en el Congreso fue unánime a favor, incluído el PNV.  Sí hubo diputados que no asistieron. Por supuesto no asistieron Itziar Aizpurúa, Rafa Diez y Jon Idígoras que, aunque habían sido elegidos, boicoteaban el Parlamento español. Tampoco asistió Joseba Azkárraga, representante de EA, no fuera que le diese calambre votar a favor algo relacionado con la Constitución Española. En cuanto al resto de parlamentarios ausentes, incluído Solana, no parece que tuvieran discrepancias con la reforma constitucional. Todas las intervenciones fueron favorables, pero hay que destacar que Anasagasti, aunque votó favorablemente, declinó hacer una intervención oral. Esta actitud combinaba un voto, que no podía ser menos que positivo, junto con la mayor discreción posible. Votar cosas de la Constitución Española no es del gusto de los nacionalistas.

Pero el consenso no fue menor que el que tuvo la aprobación de la Constitución y el voto fue solemne, nominativo y por llamamiento del presidente. Rodriguez Zapatero fue uno de los que manifestó un sí.

Ahora se ha aprobado por el Congreso y el Senado una nueva reforma. No entraré en el contenido de la reforma constitucional por más que me parezca dudosa, me limitaré a hablar de las formas.

La exposición de motivos contrasta con la prosa de la reforma del 1992. Ninguna apelación a consensos en su exposición de motivos.
La presente reforma del artículo 135 de la Constitución Española persigue, por tanto, garantizar el principio de estabilidad presupuestaria, vinculando a todas las Administraciones Públicas en su consecución, reforzar el compromiso de España con la Unión Europea y, al mismo tiempo, garantizar la sostenibilidad económica y social de nuestro país.
Ninguna búsqueda previa de consenso. Los diputados de los grupos proponentes, salvo los que estaban en el secreto, se enteraron en el propio Congreso de la propuesta de reforma de Constitución. Era un consenso entre un número de personas menor que los dedos de la mano. El propio candidato del Partido Socialista aceptaba aunque no le gustaba. Solo logró dulcificar un poco la radicalidad del acuerdo Zapatero-Rajoy pasando los "números" a una ley orgánica.

No es extraño que a los otros grupos parlamentarios no les gustase y que solo los de la UPD pasaron por el aro. Porque el espíritu del consenso constitucional se había roto. Por supuesto el voto fue electrónico.

Unos partidos que no se atrevieron a acabar con la clamorosa preeminencia de los varones en la linea de sucesión, cosa para la que si había consenso entre los parlamentarios, lanzan ahora esta reforma sorpresa. El melón ya está abierto.

Hay grupos políticos están reclamando un referendum. Entiendo que es una manera legítima de ir en contra del gobierno y del principal partido de la oposición y mucho más cuando el 15M ha hecho banderas de los referenda. Pero no sé si un referendum arregla mucho en este caso.  Sería en este caso solamente un poco más de ruido.

Para mi lo más grave es que revela la falta de democracia dentro de los partidos. El propio candidato socialista que dijo que "él no lo hubiera hecho así" fue quien se encargó de convencer a los diputados propios de que "había que hacerlo así". Y además casi lo consiguió de pleno salvo un par de rebeldes en el Senado.

La Constitución Española dice en su Artículo 67 apartado 2 que
Los miembros de las Cortes Generales no estarán ligados por mandato imperativo.
y en el artículo 79 apartado 3 que
El voto de Senadores y Diputados es personal e indelegable
Es evidente que este espíritu constitucional, de que cada parlamentario se manifieste con su opinión propia dejando de lado cualquier mandato imperativo, se lo pasan los partidos por el arco de triunfo. No solo eso, ponen sanciones si se saltan la disciplina de voto ¿Es eso constitucional?

Dos senadores socialistas vascos, Imanol Zubero y Roberto Lertxundi, aunque con mucha sordina, no quisieron avalar la reforma. Mis felicitaciones por hacer lo que pensaban.

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