Carmen Aranguren murió hace unos días. Su funeral fue triste, como todos los funerales. Por mucho se empeñen los curas, el paraíso esperará a la persona fallecida, pero el funeral es para los que nos quedamos y nos sentimos indefectiblemente tristes. Pero Carmen, era alegre, irónica, solidaria, aguda, sociable ... si lo podemos resumir diríamos que Carmen era "buen rollo".
Carmen sabía que se acercaba su final y se enfrentó a ello con mucha serenidad. En el funeral, una de sus hermanas nos leyó un breve texto que Carmen había escrito para la ocasión. Hablaba de la felicidad de su vida. Hablaba de agradecimiento a quienes le habían rodeado incluso si había olvidado su nombre. También en su peor momento nos mandaba un mensaje de buen rollo.
Por eso quiero dedicarle este poema de Mario Benedetti
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y la definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica los paros cardíacos
y de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como un certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.
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