Esto del futbol tiene una cosa buena. Desvela sentimientos muy íntimos, como los del antiespañolismo del señor Urkullu. Aun siendo, supongo, feroz partidario de mi Athletic de Bilbao, el señor Urkullu no hubiese dudado en apoyar a la Real Sociedad en una final de copa en la que no estuviese presente el Athletic. Y eso a pesar de que muchos aficionados del Athletic casi prefieren íntimamente que en esas circunstancias la Real pierda. Hubiese resultado chocante que, ante un Real Sociedad, Real Madrid, hubiese dicho ¡Qué gane el mejor! Jamás Urkullu se hubiese atrevido a ofender así a los hinchas de la Real. Pero para él los numerosos partidarios, en le País Vasco, de la selección española no existen para su acción política. Todavía no están preparados para conducir un País Vasco plural.
Jose María Ruiz Soroa explica todo esto con mucha precisión en un artículo de El Correo. Solo me queda añadir un comentario sobre las libertades en nuestro país. Hubo no poca gente alegre por la victoria de la selección española en Bilbao, por ejemplo. Pero no salió la gente a la calle para celebrarlo. ¿Es por nuestro natural espíritu de contención al celebrar cosas? o tal vez ¿Por un estilo precavido aprendido con los años, de que hay cosas que mejor se celebran en la intimidad?
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