martes, 21 de abril de 2009

La madeja india

Seguimos en el absurdo proceso inacabable de las elecciones vascas. Fueron el uno de Marzo y a los pocos días quedó claro cuál era el único gobierno posible. Sin embargo aquí seguimos, en plena crisis, mareando la perdiz. La velocidad de Internet no ha afectado siquiera mínimamente a los plazos parlamentarios, anclados cuando menos, en dinámicas del siglo pasado.

Conviene sin embargo asomarse a procesos electorales de otros países. Mi amigo Paco Audije, secretario adjunto de la Federación Internacional de Periodistas (FIP), me envía un artículo suyo con permiso para publicarlo. El artículo habla de las elecciones en la India, un país de 714 millones de electores. La mayor democracia del mundo. Como se puede esperar, tienen una situación compleja.

La madeja india

Paco Audije

Impredecible. Una madeja difícil de desenredar. Así describe el actual proceso electoral el semanario indio Frontline .

Las elecciones y la votación implican a 714 millones de votantes para un parlamento en el que el principal partido –en la Lok Sabha, la cámara baja actual- apenas supera el 27 por ciento de los escaños. La expresión inglesa hung parliament, una cámara sin mayoría clara, es siempre realidad en Nueva Delhi: nunca hay posibilidad de mayoría absoluta. Los indios están acostumbrados a tener siempre una especie de permanente “hung parliament”.

La mayor parte de los sondeos favorecen al Congreso, pero incluso si eso se confirmara, tampoco significaría otra cosa que lo habitual: el partido con mayor número de votos tendrá que negociar con multiples aliados, algunos poco fiables.

La fragmentación de los partidos

El panorama del mundo politico indio está ya muy lejos de la muy relativa uniformidad que le proporcionó el Congreso en las primeras etapas de la independencia, durante el período Nehru. La fragmentación es su característica principal. En dos niveles: continúa el reforzamiento de los partidos regionales y aumenta la importancia de líderes que representan la lucha de las castas bajas, de los intocables o de las etnias y grupos considerados fuera del sistema de castas.

Los dos mayores partidos “nacionales”, el Congreso y el conservador Bharatiya Janata Party (BJP), parecen converger lenta, imperceptiblemente para algunos, en muchos puntos de sus programas. Mientras, las alianzas pueden ser múltiples y contradictorias. Una escisión del Congreso, el Nationalist Congress Party, reafirma que puede pactar en Maharashtra y Goa con el Congreso y –sin que nadie lo perciba como contradictorio- con sus rivales en otros estados, como Orissa. Entretanto, se sigue considerando libre de hacerlo con unos u otros, en la Lok Sabha.

Debates y banderas de la campaña

El Congreso mantiene la bandera del laicismo, de las mejoras económicas aparentemente no tan afectadas como en China por la crisis. El crecimiento sostenido en años pasados en torno al 8 por ciento decae y la bolsa de Bombay puede ver la situación con los ojos de Londres o Nueva York, pero la India agrícola y rural no lo ve de la misma manera. Esos votantes de la India perdida, de la persistente India de las aldeas, siguen votando en función de elementos locales, también de caciques, fracturas lingüísticas o del precio del kilo de arroz. El Congreso promete que lo tendrán a 3 rupias (un euro equivale a 65 rupias indias), el BJP afirma que lo tendrán a sólo 2 rupias (ver “714 millions de voix” ) Y aunque sus corrientes internas mantengan sus viejas tendencias prohinduistas (hindutva), el Bharatiya Janata está lejos o ha rebajado su perfil de partido del extremismo hinduista: durante su paso por el gobierno central tuvo un comportamiento moderado. En esta campaña, sus líderes tratan de hacer al Congreso –retrospectivamente- corresponsable de los enfrentamientos comunitarios que giraron en torno a la destrucción de la mezquita de Ayodhya, hace once años (http://www.hinduonnet.com).

Las fuerzas políticas del llamado Tercer Frente, que agrupa a la miríada de partidos implantados en estados o territorios determinados, denuncian el envejecimiento de los líderes del BJP y del Congreso, como el primer ministro Manmohan Singh,76 años,o el propio Lal Krishna Advani, 82 años, que impulsó la destrucción de la mezquita de Ayodhya y un movimiento antimusulmán que llevó al BJP al gobierno de la Unión India entre 1998 y 2004.

Los terrorismos y las elecciones

En términos indios, no hay grandes escándalos de corrupción y tras los atentados de Bombay, en noviembre, otros recuerdan los que sufrió el país cuando el BJP ocupaba el poder. La seguridad es tema de preocupación, pero no está teniendo un impacto decisivo en el debate de las elecciones. No delimita divergencias fundamentales, ni está reforzando la desconfianza entre las distintas componentes comunitarias o religiosas.

Las diversas facciones del terrorismo maoista o naxalite (de Naxalbari, el lugar en el que actuaron por vez primera) actúan en diversos estados del golfo de Bengala, desde hace unas tres décadas. Un atentado acabó con la vida de 18 personas el pasado 16 de abril. Esas acciones se pierden en la galaxia dispersa de la India, tanto como otras insurgencias. El ULFA, United Liberation Front of Assam, está activo desde hace 30 años en el estado de ese nombre. Durante las largas campañas y los largos procesos de voto, esos grupos –apoyados permanente u ocasionalmente por los servicios de los países enemigos de la India- incrementan sus atentados. Forma parte del guión.

Evolución en Cachemira

En este sentido, hay que mirar hacia la evolución del problema de Cachemira. La política de Estados Unidos ha tomado hace tiempo distancias con respecto a Pakistán (antes aliado; ahora aliado y problema serio para EEUU). Ese giro estadounidense –que tiene su origen en la guerra contra los talibanes y Al Qaeda- ha favorecido a una India que si no ha resuelto el problema de Cachemira, puede al menos empezar a verlo en términos más políticos que militares (“Demain, la paix au Cachemire?”, Le Monde Diplomatique, abril 2009).

Dinastías políticas, liderazgo y tercera alternatiiva

Lo extraordinario del proceso indio es que Manmohan Singh y Advani son contemplados como líderes “provisionales”, cada uno por razones distintas. Singh mantiene, de todos modos, gran parte de su prestigio como gestor equilibrado, a pesar del ejercicio del poder.Y durante la campaña ha mostrado que puede responder agresivamente a su principal rival. Ha dejado ver que no es sólo el intelectual alejado de los navajazos de la arena política india . Advani aparece ante buena parte de los indios como un dinosaurio, un Fraga de la política india que conserva la fidelidad de los sectores más conservadores.

Pocos defienden abiertamente la vigencia de las dinastías, pero haberlas haylas. No solo la dinastía de los Gandhi-Nehru, sino también otras dinastías familiares que son parte esencial de la India en varios niveles.

El analista Hariraj Singh Tyagi afirma estos días: “Está muy difundida en el país la idea de que Sonia Gandhi es la líder de mayor talla política en esta elección y que el Congreso es el mayor partido, con sus puntos de vista moderados y situados a medio camino”. Las más recientes elecciones para asambleas de varios estados, a finales de 2008, dieron como resultado un refuerzo del Congreso con respecto al BJP (“Why India’s state elections matter”).

Regateo político mientras se vota

El Estado indio moviliza a dos millones de soldados y policias para que el voto tenga garantías de seguridad. Terminado el proceso en una parte del territorio, gran parte de esas unidades se desplazan a otro. La elección tiene lugar en cinco fases territoriales (hasta el 13 de mayo) en un total de 828.000 colegios electorales.

Naturalmente, durante ese desarrollo, las fuerzas políticas siguen negociando y mirando de reojo los resultados. De modo que alguien como el Comunist Party of India (Marxist), que se distanció del Congreso en Delhi por discrepancias sobre lo que consideró cesiones a Estados Unidos en el tratado nuclear, y que gobierna en Bengala Occidental, Tripura y Kerala, puede decir que tienen tiempo aún para derrotar el Congreso y formar esa Tercera Alternativa aún no creada formalmente. Algunos medios, especialmente occidentales, están haciendo de la líder Mayawati Kumari, llamada “reina de los intocables” y jefa del gobierno de Uttar Pradesh (182 millones de habitantes), la tercera en discordia (“India vota durante un mes para elegir nuevo Gobierno”, El País, 17 abril 2009).

Pero con tantas variantes y en unas elecciones tan complejas, el regateo y los cálculos políticos no terminan en la primera fase del voto. La democracia es negociación múltiple, casi inacabable. El Congreso es favorito, pero la forma en la que se desenredará el ovillo es díficil de anticipar. La mayor democracia del mundo vuelve a fascinarnos desenredando su caótica madeja sin perder su imperfecta imagen de estabilidad.

Nota. Este artículo ha sido publicado también en el magnifico blog de Rafael Díaz Arias Periodismo Global: la otra mirada

Foto de dalbera

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